Katia Anastassiou, segunda hija, despuès de Terry, de Tassos y Anny, griegos de Egipto, con raìces de cuatro generaciones en Leros, naciò en Atenas en 1963. Vive y trabaja en Italia desde 1982. A travès de la pintura y la escultura, refleja de manera inmediata la expresiòn espontànea y natural de su estado de ànimo. Cada una de sus obras, durante su propio recorrido, cambia y se transforma, manteniendo el equilibrio entre estètica y sentimiento, prestando particular atenciòn a la gran fuerza que transmite su obra no “logorroica”, acabando en una total liberaciòn. Su interlocutor es un pùblico concreto y capaz de acoger los pensamientos y las narraciones que expresan sus
obras. ¡Color! ¡Sobre todo color! La creaciòn pasa siempre a travès de una sensaciòn dàctil y visual. ¡Tierra! ¡Sobre todo tierra! Manipulada, formada, adaptada. Estados de ànimo, emociones, alegrìas, dolores, recuerdos, plasmados y de nuevo elaborados, transformados, presentados un poco a la vez, una explosiòn a la vez. Tierra, materia primitiva, introducida en el espacio, mezclada a las cavidades y a los salientes, con luces y sombras para crear esculturas, proyecciones hacia un futuro incierto. Pocas palabras, signos decisivos, precisos, para expresar sentimientos, reflexiones. Huellas dejadas en el espacio de dos o tres dimensiones para dar una nueva versiòn a una comùn narraciòn de esperanza y miedo.
Relato que comienza por puro instinto en 2005. Con intuiciòn se intenta representar las “Memorias de Hellas”. Pequena luz en los laberintos de los recuerdos, en los meandros del ànimo. El meandro, se convierte en el arquetipo, en la fuerza motor de cada relato. Meandros rotos, pròlogo, parte central y epìlogo (trìticos), incompletos como las memorias, nunca totalmente completas, nunca del todo ìntegras. De repente, una ocasiòn, recuerdo que... llega ...normalmente en la parte izquierda en lo bajo...se para un instante y vuela hacia arriba en el cielo, como el globo que escapa de la mano de un niño. Se va, vuela, casi siempre hacia lo alto a la derecha.Formas ùnicas tambièn en el
pensamiento... Siempre falta algo, escapa y se pierde para siempre. Meandros en relieve entran en el espacio, en la vida. Memorias personales, seguramente comunes, narradas a travès del color y de la tierra, su propio lenguaje. Meandros de colores, con direcciones y dimensiones que cambian. Recuerdos fragmentados. Versiòn personal de experiencia de vida comunes, descritas con estilo contemporàneo. El meandro, la griega, es sin duda alguna, el sìmbolo que mejor representa el helenismo. Al verlo la mente vuela entre los colores del cielo y del mar griego. Todos, sin importar la longitud y la latitud donde se encuentren, ni la nacionalidad ni la cultura, han tenido algo que ver con el helenismo. Por ejemplo, la relaciòn interpersonal que se crea con el turista que llega a Grecia, con el amigo o vecino griego, amando su cocina , conociendo la mitologìa y la filosofìa de la Grecia Antigua, el sol y su maravilloso mar, sus reliquias arqueològicas, la mùsica, Zorbas. Ademàs
en la escuela se estudia el griego antiguo, se utilizan las letras del alfabeto griego en matemàticas; se habla en la propia lengua utilizando palabras de origen y raìces griegas (en la filosofìa, psicologìa, astronomìa, derecho, medicina o de vida cotidiana). Todo èsto (pero sin duda no sòlo èsto) forma universalmente un nuevo Meandro, entre personas a las que aparentemente no las une ningùn lazo. El meandro o helenismo es una cadena inmaterial con raìces profundas; es un inmenso incendio “olympico”, de origen cultural que quema desde hace siglos. El meandro o helenismo, vaga por el mundo en los vocablos, en los conceptos, en los estudios. En el espìritu. El meandro o helenismo a travès de los siglos, desde la antigüedad a nuestros dìas y sin duda, serà tambièn nuestro futuro.